lunes, 13 de noviembre de 2017

Tú por mí, yo por ti

Había una vez un hombre muy deprimido. Siempre estaba triste y melancólico y caminaba por el mundo cargando penas, problemas y demás infortunios.

Un día decidió que estaba harto, que ya no podía más, que era incapaz de levantarse otro día a vivir y luchar; sencillamente estaba cansado.

Miró sus redes sociales en el ordenador, hizo lo mismo con las aplicaciones del teléfono móvil y recorrió con la vista a todos los compañeros de trabajo que le rodeaban.

Pensó que tal vez y solo tal vez, algunos de ellos valdrían la pena y que quizá se aventuraba demasiado a tirar la toalla porque a lo mejor y solo a lo mejor, le importaba a unos cuantos, le tenía alguien cariño o si desaparecía lo sentirían y le echarían de menos.

Así que se fue a a su casa meditabundo y angustiado como siempre y tras cenar por costumbre más que por verdaderas ganas, se sentó delante de su ordenador personal. 
Allí creo un evento para ese mismo fin de semana donde se podía leer que quería desaparecer del mundo y que los convocaba para ver si alguien podía darle alguna argumentación que le hiciera cambiar de opinión y no quitarse la vida la siguiente mañana.

Aunque era un hombre sin mucho garbo, poco agraciado, infeliz y siempre deprimido, tenía una gran virtud, era muy disciplinado y así, metódicamente como era él, envió las solicitudes de aquello a todos los amigos de facebook, lo compartió e su muro, lo fijó en otra red social, hizo la pertinente foto que recibió algunos me gusta y escribió por el móvil a familiares, conocidos y compañeros de trabajo y hasta de la universidad. 

Al día siguiente empezó a recibir algunas respuestas, unos le decían que no podían asistir porque era muy pronto y a esas horas trabajaban, otros le dijeron que era muy tarde porque teniendo niños ya se sabe, los de más allá le dijeron que estaban fuera ese día, los de más aquí le argumentaron que estaban malos, indispuestos, con enfermedades varias y sin disposición de asistir.
La mayoría vieron los mensajes y directamente no respondieron, solo unos pocos dieron like al evento y alguno medio despistado, seguro, se le ocurrió compartirlo.

Pasaron los días y siguió compartiendo, escribiendo y recordando a los más rezagados que ese fin de semana había algo importante. 
Recibió más excusas y sobre todo más silencios, aún así sacó su reserva de positivismo para ocasiones especiales y sonrió pensando que alguno, seguro y muy seguro, que acercaría al lugar indicado y le haría cambiar de opinión con respecto a esfumarse.

Por fin llego el fin de semana y con ello la fecha de la reunión. Aquella tarde se disiparían sus dudas y empezaría a ver el mundo un poco más colorido y con sentido para quedarse en él y empezar a disfrutarlo, al fin y al cabo, alguno le había dicho que haría "todo" lo posible por asistir y los que no había dicho nada, eran posibles asistentes también que estarían arreglando sus asuntos para poder acercarse, acompañarle en tan señalada ocasión y ayudarle como tantas veces había hecho él con ellos.

Al fin y al cabo, pensó que cuando uno necesita de los demás lo lógico es que esas personas estén, no todas, por supuesto y no siempre, estaba claro y tampoco se demostraba el cariño de la misma manera o por ir ese día, era cierto, pero sabiendo lo importante y no solo importante, sino trascendental porque su vida dependía de ello, por supuesto obtendría respuesta de su gente.

A la hora en punto estaba nuestro hombre en el lugar y diez minutos después siguió sin moverse y viéndose solo, pensó que a la gente le cuesta llegar puntual.
Una hora después pensó que algunos quizá llegaría después de  trabajo y dos horas después se convenció de que de la mayoría habrían ido primero a cenar. Cuatro horas después, se dio cuenta de que no iba a aparecer nadie.

Se marchó a casa, cenó lo que más le gustaba y se acostó. Por la mañana se levantó y se asomó a la ventana.

- No vale nada la pena, lo que yo decía y si lo vale, nadie vino a convencerme de los contrario.
Simplemente se tiró desde el décimo piso y pensó que no había mejor despedida del mundo que intentar volar.

Cuando todos sus conocidos se reunieron en el tanatorio, comentaron unos con otros lo sucedido.
La familia pensó que habrían asistido al evento pasado los amigos y los compañeros dijeron que pensaban que para esa ocasión le hubieran venido mejor las palabras de ánimo de los familiares y los compañeros de trabajo argumentaron que creían que el de al lado habría ido a ayudarle.

A veces no somos conscientes de cuanto nos necesita otra persona o de cuento podemos hacer con nuestra sola presencia y apoyo en ocasiones especiales. Si nos excusamos en que otro se hará cargo y ese otro en que el de más allá lo hará, quizá no lo haga nadie.


10 comentarios:

  1. Un relato duro. Se de muchos compañeros con los que compartí clase que lo pasaron mal pero por el contrario, sus vidas parecen más fructiferas que la del pasado. El hecho es que cuando pasas la etapa de ir a clase, formarte o trabajar. Hay un vacío (incluso si aun trabajas) que pretendemos llenar la gran mayoría pero que a veces o no se puede o es como en el relato, "Otro ocupará ese lugar" hay muchas causas pero normalmente es la falta de interés. Lo encuentro un poco desgarrador. Por eso es tan importante aprender a saber hacer vida solo y disfrutar solo para que cuando estés con alguien, si esa persona o grupo desaparece no te sea tan difícil continuar. Un abrazo de esos que elevan el alma. Beso.

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    1. Hola amiga, desde luego pretendía ser duro, dejar un cuerpo raro, hacer pensar y que meditemos por unos segundos si también somos como los ausentes de este relato o quizá como el protagonista, quizá después empecemos a actuar en consecuencia. Un abrazo

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  2. Es preciosa esta entrada, y por desgracia, más real de lo que uno pueda pensar a priori.
    Cómo cuesta dejar de hacer ciertas cosas por ayudar, y más cuanto te están pidiendo a gritos ayuda... Somos todos unos egoístas. PArece que prefiramos valorar a la gente en muerte que en vida, es algo que me enfada.
    PRecioso relato Sari.
    Muaks

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    1. Muchas gracias, corazón,quizá sería bueno mirar dentro de nosotros y ver si nos gusta ser como somos o si podríamos mejorar, apuesto por lo segundo, dar a los demás proporciona una gran satisfacción. Un abrazo

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  3. Uff, me ha hecho remover bastantes cosas dentro de mí y eso no es nada bueno... No se si es lo que pretendía pero me ha dejado algo pensativo y descolocado, porque, sin llegar a pensar en el apartado de quitarse la vida por ello ¿quién no ha pensado o tenido la necesidad de que le hicieran caso o tener una mano amiga en un momento concreto y no la ha encontrado cuando la necesitaba? Nos estamos haciendo demasiado egoistas y no tenemos sitio para los demás, solo por y para nosotros o nuestro núcleo familiar... así nos va a todos...

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    1. Muy buenas amigo Raude, que alegría verte de nuevo, también yo tengo que irme poniendo al día con los blogs. Creo que es estupendo que te haya removido si es para que cambiemos un poco a mejor. Un abrazo

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  4. Esta claro que nadie iba ha ir ,todos huimos de la tristeza ,todos menos algun morboso o algun santo

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    1. Y es algo bastante triste pero pensemos en la recompensa de que con un simple gesto por nuestra parte podamos cambiarle la vida la alguien para mejor, me parece increíble. Muchas gracias por pasarte, un saludo

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  5. Un texto de una gran profundidad. Me h gustado mucho y me ha hecho pensar en ciertas cosas. Un saludo!

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    1. Muchas gracias, eso pretendía, que nos demos cuenta en quienes nos estamos convirtiendo. Un saludo

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