Me había levantado como todas las mañanas, con la única diferencia, de que tenía que ir al centro de salud a sacarme sangre. Era algo que hacía cada año para comprobar que la analítica estaba bien y gozaba de buena salud.Al llegar al médico, vi que el ambiente estaba un poco lúgubre, pensé que serían las luces que no se habían calentado aún lo suficiente para alumbrar más.
A medida que me iba acercando a las consulta, estaba la sala más llena y con más bullicio, justo en ese instante salió una de las enfermeras que parecía no haber tenido muy buena noche.
Encendió la pantalla donde salen los números de orden y anunció que si había niños debía pasar antes que nadie.
A continuación se dirigió a las embarazadas y les dio un botecito para beber antes que nada para luego seguir con sus pruebas.
Comenzó a entrar la gente y una vez que salían, me fije en que no tenían el mismo aspecto que al entrar, cosa que me extrañó, estaban como adormilados, demasiado me parecía a mí.
Pensé que se habrían mareado al ver la sangre o quizá estaban acostumbrados a desayunar pronto y ya tenían hambre.
Cuando llegó mi turno y me iban a colocar la goma para cortar el flujo de sangre, vi que la aguja con la que se disponen a sacar la sangre, tenía un liquido viscoso.
No tardaron en explicarme, al ver mi cara, que era la nueva forma de desinfectar. Justo en ese instante una puerta se abrió y vi como toda la sangre que nos sacaban, estaba en un gran recipiente que iba conectado con unas gomas directamente a unos cuerpos sin vida que empezaban a moverse.
Sin pensarlo dos veces, quité el brazo y salí corriendo aún con la goma puesta y escuchando a los enfermeros decir a los de seguridad que me atraparan.
La sangre que nos sacaban era para revivir a los muertos y el líquido que tenía la aguja, hacía tener una dependencia a dormir durante el día y salir al atardecer en busca de la gente que no estaba contaminada para sobre poblar el planeta, exterminando cualquier tipo de vida que no fuera mitad zombi y mitad vampiro.
Llegué a la playa, me escondí entre unas rocas y me eché las manos a la cabeza. Había sucedido, no podía creerlo pero mis ojos no me fallaban, las distopía que había soñado, era cierta.



