jueves, 29 de octubre de 2015

Buen viaje

El colegio. Ese mundo donde pasamos tantos años de nuestra vida y que nos marca después, aunque nos empeñemos en renegar de ello.
Allí tenemos profes, compañeros de clase que luego pasarán a ser solo conocidos y también amigos, verdaderos amigos que, si tenemos suerte, durarán hasta nuestra época adulta y para siempre.
Es cierto que crecemos y cada uno tomamos nuestro camino. A veces te encuentras un "compi" por la calle y te paras a darte dos besos, un abrazo y ya no se te va la sonrisa de la cara porque te apetece saber de él. Otras veces, no sé por qué, miramos los dos al suelo o disimulamos con el móvil para no decir ni un "hola"o simplemente cruzamos de acera. Es algo que bien pensado resulta absolutamente triste.

Hemos hecho demasiadas cosas con los chicos y chicas de clase como para olvidarnos tan a la ligera de ellos; hemos jugado en el recreo, nos hemos ido juntos de excursión, hemos compartido fiestas de cumpleaños, hemos hecho los deberes juntos cada día en la casa de uno, hemos probado los bocadillos de todos, nos hemos chivado los exámenes, nos hemos dejado copiar los deberes, hemos atado los cordones al de al lado y hemos salido de clase los primeros días de cole, con el compañero, de la mano; nos hemos limpiado los mocos, nos hemos dado balonazos, hemos comentado con vergüenza y sonrisas el chico o la chica que nos gustaba, nos hemos disfrazado, hemos dado caladas a los cigarros a escondidas en los baños... y ahora que tenemos más de treinta años ¿no somos capaces de saludarnos si nos vemos por la calle?

Hace unos días una amiga del colegio me escribió un wassap y me contó que un compañero, un amigo de la clase se había muerto hace un par de semanas en extrañas circunstancias. 
Se iba a celebrar una misa por él y me dijo que me lo contaba por si quería o podía acercarme a la iglesia o simplemente para que lo supiera. Es curioso que haya sido la única persona por quien me he enterado.

Este post no es para hablar de la muerte, ni del dolor, ni nada parecido, quizá lo único que quería era creerlo, asimilarlo, escribirlo para intentar entender como una persona con quien has estado tantos años de colegio y le has visto hacer tantas cosas se puede morir y ya está. No es la primera persona que se va y que yo conociera, está claro, pero aún no termino de tragar que desaparezcan personas con poco más de treinta años.

Se me viene a la cabeza el año en que en el amigo invisible de clase me tocó hacerle a él un regalo o el curso en que se sentaba delante de mí y cuando estábamos aburridos de escuchar al profe nos tirábamos en el suelo, pegados en la pared y detrás de la columna para hablar, contar chistes y perder un rato de clase.

Hace años que no habíamos vuelto a hablar, nos encontramos en la típica red social y nos añadimos como amigos. Me alegré de volver a saber de él, de volver a verlo aunque fuera en fotos y que pareciera ser feliz, estar bien.

Este escrito es mi pequeño saludo para ti y homenaje, estés donde estés ahora, espero que tengas una vida mejor, David. Buen viaje. 




lunes, 26 de octubre de 2015

Felicidades mamá

El otro día fue el cumpleaños de mi madre y como vivo en otra ciudad me perdí, como siempre, la celebración. Me mandaron fotos de la comida, de la tarta,  de las velas y de mi familia con ella.

Y por esos detalles piensas que es un asco vivir fuera, que nunca estás y te pierdes todas las cosas buenas que suceden (también las malas, es cierto) y te dan ganas de volver para no marcharte más, de instalarte allí definitivamente, de no volver a perderte un cumpleaños más de mamá.

Te entra la "neura" de que echas todo de menos, la familia, los amigos que dejaste allí... se apodera de ti una añoranza y una pena de que tus padres se hacen mayores y tú estás lejos, de que no puedes ayudarles cuando hay problemas, de que en todo el año apenas les das abrazos y besos.

Personalmente reacciono mal y me hago una coraza, prefiero no pensar demasiado en ello y así no los paso tan mal -o eso me digo como consuelo- tampoco tengo otro remedio ni alternativa de momento, así que...

El caso es que desde aquí quería dejar constancia de la felicitación a mi madre, aunque esté lejos y no lo lea, ni se entere porque no es lo suyo las nuevas tecnologías.

Quiero escribirlo porque deseo que todo el mundo se entere de que es la mejor madre del mundo, aunque se equivoca y a veces mete la pata como madre, pero siempre menos que yo como hija y lo más importante es que siempre está ahí para mí aunque le haya hecho daño y sé que me defendería ante el que fuera y que todo lo que hace por y para mí, sea de la mejor o peor manera, es siempre pensando en mi bien y en que me quiere y no dudo de que mi hermano y yo somos lo más importante en el mundo para ella.

Muchas felicidades mamá, te quiero mucho, gracias por todo.

jueves, 22 de octubre de 2015

En el autobús

Hoy me ha pasado algo yendo en autobús que me ha encantado, a pesar del horrible e impertinente día lluvioso, de la lucha de paraguas por la calle, de llegar a casa chorreando, he venido contenta.
No es que me haya sucedido nada del otro mundo, pero es algo que me ha hecho sonreír y creer en las personas, lo sé estoy "zumbadísima" pero el caso ya no tiene arreglo.

Soy de Madrid y he vivido allí toda mi juventud así que he montado mil veces en metro y he visto a muchísima gente con libros para entretenerse en el viaje, yo misma, de hecho.

También es cierto que eso era hace como 15 años y las personas aún no tenía esa obsesión actual por los móviles, primero porque no todo el mundo tenía en esa época y segundo porque sus aplicaciones no eran tan interesantes como las de ahora.
El caso es que hace más de 10 años que vivo en una ciudad más pequeña donde no hay metro, solo autobús y hoy a montarme en él... "milagro" he visto a una mujer con un libro entre las manos. 
Parecía como si fuera un bien muy preciado y lo acunara con cariño, además no era un libro cualquiera (bueno, en realidad no hay libros cualquiera) pero es que era uno de nada más y nada menos que María Zambrano, ¿no es genial? ¿quién lee en estos días a María Zambrano?, por favor, ¿qué maravillosa persona se escondería tras ese libro?

Dicen que los libros te recomiendan a las personas y seguro que aquella mujer del autobús es increíblemente inteligente e interesante y sino, yo así he querido creerlo.


No he sido capaz de recordar el título de la obra al llegar a casa para buscarla, pero quiero terminar esta entrada parafraseando a esa gran mujer, María Zambrano "La palabra de la poesía temblará siempre sobre el silencio y solo la órbita de un ritmo podrá sostenerla"


¿Leéis en el bus o en el metro? ¿Sabéis algo de María Zambrano?

lunes, 19 de octubre de 2015

Más allá de la Roca

¿Alguna vez os han hecho daño? hablo de un daño real aunque no físico, pero que se metió tanto en vuestras entrañas que, desde entonces, ya no sois la misma persona que erais.
A veces solo hace falta sentir ese dolor una vez, sentirlo lo suficientemente adentro y que sea tan sumamente intenso que te marcará para siempre o al menos, hasta que seas capaz de superarlo.

Hay personas sensibles, demasiado tiernas o sentimentales a las que este hecho les cambia y si las conoces puedes ver a partir de entonces un antes y un después en ellas.

Las rocas se van formando en ocasiones poco a poco y otras de golpe, pero se hacen de ese material indestructible que dice el poema porque son incapaces de pensar que puedan soportar una vez más el dolor y se transforman. Se convierten, cara a los demás, en pequeños o grandes monstruos que dejan de gustar a quienes los quieren porque desean dejar de ser humanos y solo pasar la vida con las mínimas emociones que sean buenas, solo lo que no duela porque no tienen fuerza para más.

La roca es el ser más sensible hecho coraza, no quiere ser descubierto, no quiere amar hasta el punto de que la miel se vuelva hiel, no quiere volver a derramar lágrimas y por eso se esconde alejando a su familia, sus amigos y hasta su pareja.

Ser una roca es una elección, cualquiera diría que mala y totalmente desacertada. No se puede ser una roca siempre, la roca va erosionándose, con el tiempo se resquebraja, la roca tiene días felices en los que se le bajan las defensas y las barreras, se olvida de todo y siente, ríe, ama y es verdad que a esa roca volverán a hacerle daño, por más que quiera evitarlo, por mucho que intente ser más fuerte y más lista, pero la vida y sus milagros harán que antes o después vuelva.

La Roca más Diamante del mundo termina el poema. Pobre roca estúpida, va de dura y al final es la más frágil de todas.

¿Sois una pobre roca?

jueves, 15 de octubre de 2015

La Roca más Diamante del mundo.

Soy la roca más dura del universo,
la más estable,
la más maciza que los dioses antiguos inventaron
y que solo dejaron una como muestra… yo.
Soy la ruina mejor conservada,
el antecesor de los cimientos de los refugios
antimisiles,
antibombas arrásalotodo.

Soy la estabilidad más duradera y confiable para el mundo,
el hombro imperturbable,
la aguanta lágrimas,
el roble,
la mujer de acero,
la inquebrantable montaña y
precursora del material más duro que hay
y que habrá en todos los tiempos.

Soy el martillo de Thor,
la criptonita,
el sinsajo más veloz,
la capa de invisibilidad,
el pecho de mármol brillante de los vampiros,
la varita de sauco,
una divergente osada,
una tortuga gigante con el más indestructible caparazón.

Soy y quiero ser siempre una roca,
una que no llora,
que no sufre,
que todo lo aguanta,
que nada le pesa,
que nada le duele,
que nada le importa.

Soy la más “antiempatizable”,
lo peor,
no tengo sentimientos,
soy una antisistema,
una insociable,
una egoísta que no quiero saber de nada ni de nadie,
ni de problemas,
ni de bondades,
ni de maldades,
ni de pobreza,
ni de enfermedades.

Soy el último mono,
la más horrible persona del mundo,
con la que nunca debes contar,
la que nunca sufre,
ni se apena,
ni te ayuda,
ni te quiere,
ni te entiende,
ni te… nada.

Soy una suicida,
una maldita y sucia roca,
me comí las lágrimas,
no amo a nadie.

La enfermedad es mi patinete y
la piso con desprecio,
quemo los besos y los abrazos,
mi bosque es de pedernal y
mi océano es de diamantes.

Soy una roca,
una maldita roca,
que no sabe y que no entiende de nada que no sea inquebrantabilidad,
soy soledad,
estabilidad en mi vieja casa de piedra,
en mi indestructible montaña
soy una roca,
una roca de verdad
 La roca más diamante del mundo.