lunes, 19 de febrero de 2018

Like a river

Decían que ella era rara, que no se parecía a nadie más, que no era una chica normal y quién sabe si aquello era verdad.

Llegó en un momento donde los milagros eran necesarios en este mundo y yo la busqué como una desesperada, agarrándome a ella y deseando que los astros dijeran la verdad y fuera el ser que me escucharía y que comprendería mis males, que sabría aconsejarme donde los demás no supieran y me enseñara a a ver la realidad desde sus pocos años como si tuviera muchos miles atrás.

Creo que al principio no quería quedarse, desconfiaba de mí, de ella y de la vida en general; no se quería ni se valoraba y pensaba que valía tan poco que no merecía mucho de los demás, pero yo sé que en el fondo lo deseaba, necesitaba querer, que la quisieran, pero nunca quería dar molestias a los demás con su propio drama y hubiera preferido sufrir sola todos los males del mundo a tener que cargar a alguien más con su dolor.

Sin embargo era revolucionaria, protectora de los animales, luchadora por las causas sociales y que siempre parecen tan perdidas, creía que granito a granito se podría cambiar el mundo aunque quizá no fuera nuestra generación quien lo viera.

Recuerdo que conmigo era muy empática, que sus circunstancias de vida le hacían asemejarse a mí y decía que la entendía mejor que personas muy allegadas y también me entendía en los momentos de mayor locura porque estábamos cerca, unidas por esa particularidad.

Admito que me costó entenderla o al menos respetarla; que su forma de ser y comportarse me parecía tan extraña que a veces repercutía en mí y me dolía. En ocasiones me regañaba a mí misma porque no tenía razón.

La considero importante, diferente en cuanto a interesante (normalmente la simplicidad me aburre) y le prometí que estaría aquí pasara lo que pasara y lo cierto es que aún cumplo mi promesa.

Quizá es ella quien, a veces, me parece que no está; o a quien veo demasiado lejos desde hace tiempo, como si se hubiera conformado o creído que he tomado prestado un relevo de ella y que llegó para una misión finalizada y que ya no me hace falta...

Me repito que no me hace daño, que está dormida, que ya averiguaré si quiero que todo vuelva a cambiar y estar como antes o si solamente voy a seguir y dejarme arrastrar como si fuera un rio, por la corriente.

5 comentarios:

  1. Qué bonito relato... ESta vez me has convencido totalmente, porque es muy tú y envuelve mucho de lo que tú sientes y has vivido.
    Olé.
    Besos.

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    1. Jajaja, voy a empezar a pensar que me conoces un poquito ;) será porque has leído mi libro de poemas y montones de mis post. Un abrazo, corazón

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  2. Por desgracia me recuerda mucho a una persona que "he perdido" (no hablo de amorio, si de amistad) hace bastante poco y que te dan ganas de recuperar, pero necesitas que haya algo en ella que te de esa esperanza.

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    1. Está claro, se puede ceder y tirar a veces por los dos, pero necesitas un mínimo de la otra persona. Espero que esa persona vuelva, un abrazo, Raude

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